"Lamentamos profundamente que esto haya sucedido y ofrecemos nuestras disculpas a todas las personas que resultaron afectadas por esas abominables prácticas de investigación", dijeron en declaración conjunta las secretarias de Estado, Hillary Clinton, y de Salud y Servicios Sociales, Kathleen Sebelius.
"Estamos iniciando una minuciosa investigación con respecto a los detalles de este caso de 1946. Además, mediante la Comisión Presidencial para el Estudio de Asuntos de Bioética, convocaremos también a un cuerpo de especialistas internacionales para que revise e informe sobre los métodos más eficaces para asegurar que toda investigación médica en seres humanos que se realice en el mundo en la actualidad cumpla con rigurosas normas éticas", agregaron las funcionarias del gobierno estadounidense en una declaración.
Clinton llamó el jueves por la noche al mandatario guatemalteco Alvaro Colom para expresarle su arrepentimiento de que tal estudio haya ocurrido, dijo el viernes a periodistas el subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, Arturo Valenzuela.
El director de Institutos Nacionales de Salud, Francis Collins, explicó que el estudio no fue ético porque involucró a grupos vulnerables de la población, quienes no autorizaron su participación porque se les engañó y además desconocían que eran infectados intencionalmente con agentes patógenos. "Este caso representa un ejemplo asombroso del capítulo oscuro de la historia de la medicina", agregó.
Durante una investigación, la profesora Susan Reverby de Wellesley College descubrió recientemente documentos archivados del doctor ya fallecido John Cutler, funcionario médico del Servicio de Salud Pública de Estados Unidos, que registraban el estudio en Guatemala.
El estudio obtuvo la aprobación de los superiores de Cutler y fue financiado por una subvención de los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos otorgada a la Oficina Sanitaria Panamericana (actualmente la Organización Panamericana de la Salud) y a varios ministerios del gobierno guatemalteco. Sus resultados nunca fueron publicados.
Esta revelación surge como un nuevo recordatorio de la relación tormentosa entre Guatemala y Estados Unidos, que apoyó el derrocamiento del presidente electo Jacobo Arbenz en 1954 y luego apoyó varios gobiernos represivos durante la guerra civil de 36 años que costó 200.000 vidas.
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