Lu Lei no lo sabía. Pero sabía que su telefono nueva era motivo más que suficiente para bajar al lodo a por él.
“Podía sentir el teléfono en la mugre, incluso toque las teclas, pero mi brazo quedó atascado” Dijo esa barbaraza!!
A Lei le dió al principio vergüenza alzar la voz en busca de ayuda, pero después de ocho horas tratando de liberarse comenzó a gritar. Los equipos de emergencia tuvieron que desmontar toda la cabina y picar el hormigón alrededor del inodoro con un martillo neumático.
Mientras tanto la chica, tras horas oliendo los vapores que emanaba el pequeño pozo negro, caía desmayada mientras procedían a su rescate. Incluso le pusieron una toalla a modo de almohada, para que no tuviera que plantar la cara en la sucia loza, que bastante tenía ya la pobre.
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