18 de marzo de 1861, fue arriada en toda la República la bandera tricolor símbolo del pueblo dominicano, en su lugar fue enarbolada la española. Volvía la nación a ser tutelada por el trono peninsular, esta vez dirigido por Doña Isabel Segunda.
La soberanía era entregada voluntariamente, sin derramamiento de sangre, por el Presidente de la República, General Pedro Santana Familia, quien fue honrado por la Corona de España con pomposos títulos, como el de Gobernador Civil, Capitán General de la Colonia, Senador del reino, Teniente General de Los Reales Ejércitos y Marqués de las Carreras.
Santana había nacido en el Poblado de Hincha en el año de 1801, poseía un hato en la ciudad del Seibo llamado Hacienda el Prado, se había destacado como General y Patriota durante la guerra en contra de Haití y, era considerado como héroe nacional, por haber derrotado al ejercito haitiano en las Batallas de Azua y las Carreras. A la sazón ejercía la presidencia de la República por tercera vez.
A sus 60 años el Hatero del Seibo carecía de la energía mostrada en el pasado. Tratando de perpetrarse en el poder, envió a Felipe Alfau en calidad de ministro en misión especial a España, con el fin de gestionar la anexión a la madre patria. Argumentó querer librar al país de la amenaza haitiana, así como de las incontables escaramuzas políticas que diezmaban su población.
Las gestiones llevadas a cabo ante la corona, encontraron terreno fértil, pero no contaban con el apoyo del pueblo, el cual no había sido consultado. Por lo que prontamente se iniciaron las protestas en todo el territorio dominicano. En la capital, el padre Fernando Arturo De Meriño, el general Eusebio Manzueta y el prócer Matías Ramón Mella Castillo, fueron los primeros en manifestarse contra la anexión.
En Santiago, el pueblo tras ser invitado, no acudió al cambio de bandera en la Fortaleza San Luis. En San Francisco se impidió a tiros el izamiento del pabellón Español. La noche del 2 de mayo de 1861 el coronel José Contreras y Cayetano Germocén tomaron por asalto la población de Moca, proclamando la restauración de la República. Siendo más tarde sometidos y luego fusilados junto a otras 23 personas, por las tropas del general Suero- la orden fue dada por el general Santana.
El general Francisco del Rosario Sánchez al momento de la anexión, se encontraba en el exilio y tan pronto se enteró de la noticia viajó hacia Haití. Penetró a la República Dominicana por su frontera sur, siendo vilmente traicionado por Santiago de Óleo, quien luego de herirle en la loma Juan Cruz, le entregó a las tropas anexionistas.
Sánchez prócer de la Independencia, había nacido en la ciudad de Santo Domingo el 9 de marzo de 1817. Cayó fusilado por órdenes de Santana, en San Juan de la Maguana, el 4 de julio de 1861, junto a 20 compañeros; tras un simulacro de juicio militar, encabezado por el General Domingo Lazala. Sus últimas palabras fueron: "Decid a los dominicanos que muero con la patria y por la patria".
En Santiago el 26 de febrero de 1863 estalló otro fallido intento revolucionario. Al momento del levantamiento el general Campillo que era el comandante de la plaza estaba ausente. Esta nueva aventura revolucionaria estaba liderada por el poeta Eugenio Perdomo. Los alzados fueron apresados y juzgados por una comisión militar.
El 17 de abril, Eugenio Perdono, Carlos de Lora, Vidal Pichardo, Pedro Ignacio Espaillat fueron fusilados. Se cuenta que a los patriotas les fueron ofrecidos burros para que les llevasen al cadalso, lo que era una costumbre. "Negándose" Eugenio Perdomo con la siguiente frase: “Cuando los dominicanos van a la gloria, van a pie".
Al llegar el decreto real de fecha 19 de mayo de 1861, en que la reina aceptaba la anexión, la revolución era inminente. La sangre de los próceres que había sido derramada y el trato desigual que existía entre españoles y dominicanos incrementaron las tensiones a tal nivel, que el 11 de agosto de 1863 fue declarado el estado de sitio en todo el país y se pidieron tropas de refuerzo a Cuba y Puerto Rico. El mismo Santana se vio precisado a renunciar como Capitán General de la Colonia; pues carecía de poder real. En su lugar fue de designado Felipe Rivero y Lemoine.
El 16 de agosto de 1863, los patriotas Santiago Rodríguez, José Cabrera, Benito Monción, y Pedro Antonio Pimentel junto a otros once Dominicanos cruzaron la frontera norte y en la loma llamada Capotillo, enarbolaron la bandera tricolor, iniciando así la guerra que restauraría la soberanía entregada por Santana.
Los patriotas atacaron los pueblos de Sabaneta y Montecristi. El general español Buceta comandante de Santiago, se encontraba en Dajabón al estallar la revolución, fue perseguido por el general Pimentel cuando trataba de regresar a la Fortaleza San Luis por la ruta de Guallubín. Se dice que pudo salvar la vida, arrojando onzas de oro en el camino, para distraer a los patriotas que le perseguían.
Tan pronto el general Buceta llegó a Santiago, organizó la defensa de la ciudad; la que fue rodeada por las tropas de los generales Gregorio Luperón, Benito Monción, Gregorio de Lora y Gaspar Polanco. Mil soldados Españoles partieron desde Puerto Plata hacia Santiago, bajo el mando del coronel Cappa, para reforzar las tropas anexionistas. Pero fueron obligados a regresar al ser interceptados por los patriotas dominicanos el día 2 de septiembre.
El combate sé inició el 6 de septiembre de 1863, la lucha fue cruenta y duró todo el día, resultando el saldo favorable para los patriotas. Dueñas de la ciudad las tropas restauradoras iniciaron el 7 de septiembre la toma de la fortaleza San Luis.
Buceta desesperado por la carencia de alimentos y refuerzos, ordenó quemar la ciudad. Los cañones fueron cargados con trapos empapados en alquitrán y disparados contra los techos de las viejas casuchas. La ciudad corazón ardió como una gigantesca hoguera.
En la batalla de Santiago se consagraron los generales Gaspar Polanco – que por su eficiencia y valor alcanzó el grado de Generalísimo - y el general Gregorio Luperón- quien surgió como uno de los héroes más distinguidos de la guerra de restauración, por la forma magistral que condujo sus tropas-. Luperón de humilde cuna, había nacido en Puerto Plata en el año de 1839.
Al ver el general Buceta que era imposible vencer a las huestes restauradoras, inició negociaciones de paz con el general Luperón. Los patriotas requirieron que los españoles marcharan hacia Puerto Plata luego de entregar las armas. Buceta indignado contesto que: "Las tropas de su majestad, jamás han entregado las armas que les han sido confiadas para defender su honor".
La retirada de las tropas de Santiago hacia Puerto Plata, costo a los españoles más de mil muertos y 200 heridos, pues fueron hostigados por los restauradores durante todo el trayecto. Ocho días después de la toma de Santiago, el 14 de septiembre; se formó el Gobierno Restaurador presidido por José Antonio Espaillat y se redacto el acta de independencia, donde se manifestaron los motivos de la lucha.
Juan Pablo Duarte y Diez fundador de la República Dominicana, regresó al país el 25 de marzo de 1864 tras 20 años de ausencia, poniéndose a las órdenes del Gobierno restaurador dirigido por el general Francisco Espaillat. Su primera visita fue dispensada a su amigo el general Matías Ramón Mella Castillo que se encontraba enfermo.
Mella quien fue "el autor del trabucazo" que inicio la guerra de nuestra segunda independencia, había nacido en la ciudad capital la noche del 25 de febrero de 1816, murió a los 48 años de edad, el 4 de julio de 1864 en la desolada ciudad de Santiago, tras ser afectado por una larga enfermedad; que le llevó a la tumba en plena campaña.
Los españoles también tuvieron grandes pérdidas ese año. El jueves santo cayó en la cañada del Muerto victima de una bala perdida, "el general Juan Suero" "conocido por su valor como el Cid Negro". Este temerario criollo fue la "primera espada de España en el país", tenía la fama de ser invencible.
En ese año partió también hacia la eternidad el autor de la anexión, quien enfermó sorpresivamente de fiebre muy alta. El general Santana murió el día 14 de junio a las 4 de la tarde, fue enterrado a petición de su familia en el patio de la Fortaleza Ozama, para evitar la profanación de sus restos. Al momento de su muerte se encontraba en desgracia con los españoles.
Debido a las presiones ejercidas por el Gobierno Español, el presidente Espaillat envió a Juan Pablo Duarte al exterior, con el pretexto de colectar fondos para la causa restauradora. El Padre de la Patria frustrado, partió a mediados de "junio de 1864", esta vez para no regresar jamás, pues se negó a retornar a un país dividido por ambiciones deshonestas.
Murió en su auto-exilio, en Venezuela, el 15 de julio de 1876. Ya en el año de 1864 la guerra sé había tornado insoportable, el general la Gandara, Gobernador Militar de Santo Domingo estaba desesperado, las enfermedades y los patriotas habían diezmado sus tropas, las bajas entre muertos y heridos ascendían a "diez mil”. Por lo que pidió autorización al gobierno español para iniciar negociaciones de paz.
Estas se llevaron a cabo en la quinta del Carmelo, localizada en Güibia, en el mes de diciembre de 1864, el decreto real que autorizaba al general la Gándara a abandonar el suelo dominicano fue expedido el "tres de marzo de 1865".
La salida de las tropas españolas se inició el diez de julio de 1865. La nación volvía a ser libre y soberana de toda potencia extranjera, como planteara su ilustre fundador.
Germinaba de nuevo la semilla de la libertad y el honor. Los miles de patriotas que habían caído no lo habían hecho en vano. Pues las últimas palabras pronunciadas por Matías Ramón Mella Castillo en su lecho de muerte, palpitaban en el corazón de cada Quisqueyano. "Aún hay patria". "Viva la República Dominicana".
Via: 27febrero.com [c&p]
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