El sistema carcelario nacional ha avanzado y de eso no nos caben dudas, sobre todo, en la gestión del actual procurador general de la República, licenciado, Radhames Jiménez Peña, quien ha cambiado la cara de las prisiones en muchas provincias del país y eso tiene un alto valor para quienes aspiramos a una sociedad mas justa.
El delito cometido por un individuo no lo puede convertir en indigno para el resto de sus días y por el contrario, su llegada a una prisión debe convertirlo en muy útil ciudadano, en lugar de degradarlo como sucedía con el viejo sistema penitenciario. Pero las cárceles, más que eso, deben ser garantes de la vida para quienes están cumpliendo condenas, así como preservar la seguridad y la paz de los ciudadanos que la Constitución les ha concedido el derecho de transitar libremente. Los actuales recintos penitenciarios están elevando el nivel de vida de los presos y su preparación para regresar como hombres nuevos a su entorno social, pero el crimen organizado ha calado tan profundo, que presidiarios son ejecutados por encargos y la misma ciudadanía esta amenazada por esos delincuentes.
Los ejemplos sobran, a Héctor Méndez, los involucrados en ese crimen fueron asesinados en las diferentes cárceles. La misma suerte corrieron los asesinos del senador perredeista, Darío Gómez Martínez, entre otros. Desde estos centros operan bandas de delincuentes, que secuestran, asesinan, venden drogas, roban y extorsionan a familias, dejando claro que el nuevo sistema penitenciario tiene debilidades todavía, que deben corregirse lo antes posible. El ciudadano desea estar seguro que su pariente en una prisión no corra peligros. No se justifica que los criminales tengan el control de estos reclusorios, como si se les premiara o temiera, aún estando en poder de la justicia. Las autoridades están compelidas a erradicar la violencia de estas cárceles y evitar que sicarios sigan derramando sangre, como recientemente sucedió en La Victoria.
Tampoco se justifica que continúen almacenando violadores de las leyes y su castigo no puede circunscribirse sólo en vivir encerrados y privados de algunos derechos constitucionales. Estos deben ser sometidos a programas de producción de bienes y servicios, para que al obtener su libertad sean verdaderos hombres dispuestos a servir a los mejores intereses de la nación. Se necesita mayor vigilancia para evitar la operación del crimen organizado y sus matones a sueldos. La muerte violenta del recluso, Alex el pelotero, en la Victoria, preso por complicidad con el fugitivo Figueroa Agosto, pone al descubierto la debilidad existente en el nuevo sistema y que continúan los privilegios para quienes han ultrajado a la sociedad con sus actuaciones y eso tiene que terminar por la tranquilidad del país.
El delincuente que supuestamente lo asesinó, confesó que encabeza un ejército de delincuentes dentro y fuera de los centros reformatorios, que asaltan, asesinan, secuestran personas dentro y fuera de las cárceles y eso habla muy mal del sistema carcelario nacional.
Via: Alejando Almanzar [recibidos por email]
Alex15958@msn.com
El delito cometido por un individuo no lo puede convertir en indigno para el resto de sus días y por el contrario, su llegada a una prisión debe convertirlo en muy útil ciudadano, en lugar de degradarlo como sucedía con el viejo sistema penitenciario. Pero las cárceles, más que eso, deben ser garantes de la vida para quienes están cumpliendo condenas, así como preservar la seguridad y la paz de los ciudadanos que la Constitución les ha concedido el derecho de transitar libremente. Los actuales recintos penitenciarios están elevando el nivel de vida de los presos y su preparación para regresar como hombres nuevos a su entorno social, pero el crimen organizado ha calado tan profundo, que presidiarios son ejecutados por encargos y la misma ciudadanía esta amenazada por esos delincuentes.
Los ejemplos sobran, a Héctor Méndez, los involucrados en ese crimen fueron asesinados en las diferentes cárceles. La misma suerte corrieron los asesinos del senador perredeista, Darío Gómez Martínez, entre otros. Desde estos centros operan bandas de delincuentes, que secuestran, asesinan, venden drogas, roban y extorsionan a familias, dejando claro que el nuevo sistema penitenciario tiene debilidades todavía, que deben corregirse lo antes posible. El ciudadano desea estar seguro que su pariente en una prisión no corra peligros. No se justifica que los criminales tengan el control de estos reclusorios, como si se les premiara o temiera, aún estando en poder de la justicia. Las autoridades están compelidas a erradicar la violencia de estas cárceles y evitar que sicarios sigan derramando sangre, como recientemente sucedió en La Victoria.
Tampoco se justifica que continúen almacenando violadores de las leyes y su castigo no puede circunscribirse sólo en vivir encerrados y privados de algunos derechos constitucionales. Estos deben ser sometidos a programas de producción de bienes y servicios, para que al obtener su libertad sean verdaderos hombres dispuestos a servir a los mejores intereses de la nación. Se necesita mayor vigilancia para evitar la operación del crimen organizado y sus matones a sueldos. La muerte violenta del recluso, Alex el pelotero, en la Victoria, preso por complicidad con el fugitivo Figueroa Agosto, pone al descubierto la debilidad existente en el nuevo sistema y que continúan los privilegios para quienes han ultrajado a la sociedad con sus actuaciones y eso tiene que terminar por la tranquilidad del país.
El delincuente que supuestamente lo asesinó, confesó que encabeza un ejército de delincuentes dentro y fuera de los centros reformatorios, que asaltan, asesinan, secuestran personas dentro y fuera de las cárceles y eso habla muy mal del sistema carcelario nacional.
Via: Alejando Almanzar [recibidos por email]
Alex15958@msn.com
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