96 años después de su naufragio, dos científicos estadounidenses han concluido en un estudio que los astillero irlandeses, quizás empujados por las prisas, elaboraron la mayoría de los tres millones de remaches que sujetaban la estructura del barco en acero de baja calidad, lo que pudo acelerar el hundimiento del barco en 1912 y evitar que muchas de las más de 1500 víctimas pudiesen salvarse. Metales de baja calidad y un acelerón para botar el barco en 1911. Esa el la conclusión a la que han llegado, después de más de diez años de trabajo, dos científicos que recogieron el guante de las primeras investigaciones realizadas a partir del 1 de Septiembre de 1985, cuando el Dr. Robert Ballard enontró los restos del hundimiento.
Una de las autoras del estudio, Jennifer Hooper McCarty, ha explicado al diario estadounidense que entre el material encontrado se rescataron unos 48 remaches del esqueleto del Titanic. Después de analizarlos y cotejarlos con los catálogos industriales de la época, McCarty y su compañero descubrieron que todos correspondían a la clase Mejor, y no a la Mejor-Mejor, como en el caso del Britannic y el Olympic.
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